SUS ESCRITOS

De lo que rebosa el corazón, habla la boca o, en este caso, la pluma. De la rica correspondencia de la Madre Félix podemos extraer las líneas principales de su espiritualidad.

En este apartado irán apareciendo textos extraídos de su amplio epistolario en los cuales se refleja su celo por la gloria de Dios, la salvación de las almas, su amor a Jesucristo, la preocupación por la educación católica y toda su acción maternal sobre la Compañía del Salvador, a la que siempre dirigió al servicio de la Iglesia.

La Mayor gloria de Dios

Esta carta, escrita a su Director espiritual al terminar la redacción provisional de las Constituciones, sintetiza toda la vida de la Madre y su trabajo fundacional. Ella misma lo expresa hacia el final de la carta: Es bien cierto que tan sólo deseo una cosa con toda mi alma: la glorificación de Dios.

Jhs.
Madrid a 27 de Junio de 1957.
Rdo. P. Cándido Mazón, S.J.
Pax Xti.

Reverendo Padre:

En Lérida y en Madrid ya han terminado el curso, muy bien gracias a Dios. Y como ya se lo habrán contado, o se lo escribirán de cada una de las Casas, no soy más extensa. En Barcelona parece que no terminarán hasta el 6 ó 7 del próximo mes, pero por ahora todo marcha bien.

Yo el último día del mes de Mayo, a las tantas de la noche acabé de escribir las enmiendas de las Constituciones, y como las Constituciones terminadas era el obsequio que deseaba ofrecer a la Santísima Virgen, las tomé así, en sucio todavía, y con ellas me bajé a la Capilla. Y allí, junto al Sagrario, en aquella hora de soledad y de silencio total, puse los Evangelios sobre mi cabeza y mi corazón y los besé fervorosamente, protestando ante mi Señor y mi Dios, que sólo el espíritu de Jesucristo, el amor de Él y su imitación y glorificación, deseábamos en la Compañía; hice otro tanto con el Misal, porque queremos ser hijas de la Iglesia y porque nuestra vida ha de ser Misa: Eucaristía y Sacrificio; y otro tanto repetí con las Constituciones de San Ignacio y rogué mucho a Nuestro Padre que él presentase nuestras Constituciones, hijas menores de las suyas, a la Santísima Virgen y a las Tres Personas de la Santísima Trinidad, y al final cogí aquel puñado de cuartillas y en espíritu las puse en sus manos y a él encomendé el curso de las mismas y la aprobación de todo lo que fuese según la voluntad de Dios y la anulación de lo que no lo fuese.Es bien cierto que tan sólo deseo una cosa con toda mi alma: la glorificación de Dios. Este es el gran deseo que el Señor ha puesto en mi corazón, este es su gran don, la gran gracia que me ha concedido. Este gran deseo que a veces es fuego y que siempre es luz, es el que me levanta en las caídas, el que me sostiene en el peligro, el resorte que me pone en pie, la fuerza impetuosa que llena mi alma de ansias infinitas de almas y de santidad, es el que me hace sentir de una manera única e inefable ese anhelo de Dios solo que, aunque algunas veces es martirio, es el único que da sentido de plenitud a mi vida.

Al empezar a escribir no era mi intención decirle estos sentimientos; pero no importa, ha sido una efusión de éstas que mi alma tan sólo sabe tener con V. R., porque Dios lo quiere y porque V. R. es según el Corazón de Él. Mañana es la fiesta de este Sacratísimo Corazón y quisiera amarle mucho y desagraviarle mucho. Somos las criaturas tan pequeña cosa para amar a Dios y desagraviar a Dios… pero Él lo pide y de mí quisiera que dispusiese a voluntad. (…)

(Archivo General de la Compañía del Salvador – M 301.57,008)

Santas de carne y hueso

La Madre escribe desde Venezuela a las religiosas de Lérida cuál debe ser la santidad de una religiosa de la Compañía: Santas de carne y hueso” y el ideal apostólico y misionero que Dios quiere infundir en ellas.

Jhs
Caracas, 28 de Agosto de 1957
Pax Xti.

Muy amadas todas las Madres y Hermanas de la Casa de Lérida:

Escribo a todas, pero de una manera especial lo hago para acompañar a las dos votantes en su día de perpetua Consagración a Dios en la Compañía. En ese día pediré de una manera singular por las dos y, si el Señor quisiera oírme, que sí querrá, ya pueden prepararse a la santidad más heroica. Miren, es que si no somos santas no somos nada. Santas de carne y hueso, no de esas pintadas en las estampas baratas con sonrisa beatífica, sino de éstas que tienen nervio, que si caen se levantan y por la misma caída se amarran más fuerte a la cruz; y si vuelven a caer se vuelven a levantar y aman con nuevo amor, más intenso, más total y de mayor entrega a Dios nuestro Señor. Santas que miden el tiempo con la eternidad y la superficie terrestre con el infinito; para las que el tiempo del trabajo y de la brega, del sufrimiento y de la humillación, es un segundo breve en el reloj del merecimiento y del amor a Dios y a las almas; para las que toda la redondez de la tierra es una superficie tan pequeña, que ni tan siquiera ofrece el espacio suficiente para apoyar el corazón; tan pequeña que a la hora de ofrecerla a Dios, les parece la cabeza de un pequeño alfiler y desearían tener millones de mundos para ofrecerlos a Él, porque uno solo es poco. Así, santas de este calibre, valientes y fervorosas, de espíritu amplio y ánimo esforzado, a la conquista de la mayor gloria de Dios por la salvación de las almas, así las necesita la Compañía, así las quiere el Señor, así han de ser todas.
Por aquí todavía andamos de exploración, o mejor, esperando que nos den alguna información sobre posibles obras a trabajar. Pero tenemos mucho campo en todos los órdenes y uno de los más estimables y gratísimos a mi alma es el de los “ranchitos” de los pobres indiecitos, que circundan la capital de Caracas y se extienden por el centro de Venezuela. Claro está que habremos de trabajar también con otra clase social e intelectual, almas también redimidas por Cristo, pero hemos de pedir a Dios que nos deje parte en esa heredad tan amada del Corazón de Él.
Hablen mucho a las niñas de estas necesidades. Pidan a Dios brazos en cruz muchas vocaciones. Que ahí se pierde un tiempo precioso y aquí hacen falta Religiosas Misioneras. A todas amo mucho en Jesús y María

María Félix

P.D.: Comuníquense estas primeras cartas de unas Casas a otras, para que todas nuestras religiosas lo sepan todo.

(Archivo General de la Compañía del Salvador – E 32,004)

El tesoro escondido

La Madre felicita a una religiosa por su profesión perpetua y expresa su valoración de la vida religiosa: una gracia extraordinaria y un beneficio inmenso, fruto del amor de Dios.

Caracas, 14 de Marzo de 1958
Pax Xti

Muy amada en Jesús y María:

¿Qué le diré con motivo de su consagración canónica, oficial, solemne, al servicio de Dios por su Profesión Religiosa? Quisiera enviarle mis parabienes, la expresión de mi gozo y de mi alegría por la GRACIA EXTRAORDINARIA Y EL BENEFICIO INMENSO que el Señor se digna hacer a V. al admitirla a su servicio, no de una manera cualquiera, sino para una entrega total y exclusiva y con una consagración admitida, refrendada y ratificada por la Iglesia.
La vida religiosa es una gracia y un beneficio, y no es una cruz ni un sacrificio. Cruz y sacrificio son el combate de nuestros defectos, de nuestras inclinaciones menos perfectas, de nuestra voluntad cuando está en disconformidad de la voluntad de Dios, pero esa cruz y ese sacrificio nos son necesarios para salvarnos dentro o fuera de la Religión. Esa cruz y ese sacrificio no son propiamente la vida religiosa.
Cierto que la vida religiosa es un tesoro y que su adquisición y conservación en muchas ocasiones tiene una historia: la de la parábola del tesoro escondido y de la perla preciosa que nos da a conocer el evangelio de San Mateo. El sacrificio está en ese «vendió todo cuanto tenía; pero en la perla, en el tesoro de la vida religiosa, está el gozo, la alegría y la plenitud de la posesión de lo mejor; creo que así se lo da a sentir el Señor. Que por intercesión de la Santísima Virgen, la primera criatura consagrada al servicio de Jesucristo, la Primera de la Compañía del Salvador, sienta esta verdad maravillosa durante toda su vida.
Va a empezar su vida religiosa: es vida de perfección, y vida de perfección es vida de caridad para con Dios y para con el prójimo por amor de Dios. Pero la caridad, el amor, es imposible sin el conocimiento del bien que ha de amarse, y el conocimiento de Dios lo engendra el trato con Dios. Trate mucho con Él, trate íntimamente en lo profundo de su corazón y trate constantemente con Él. Esta es la vida espiritual, y el amor a Jesucristo que en ella se cultiva transforma nuestra vida insensiblemente, casi sin darnos cuenta. Ese amor, cuando es intenso, fortalece nuestra voluntad ante el sacrificio pequeño, pero muy santificante, de nuestro quehacer diario; por ese amor sacrificamos el cultivo y la complacencia de nuestras «gracias y donaires» de estilo mundano y en cambio se recibe la gracia y donaire de los santos, como los recibió Santa Teresa de Jesús, San Francisco de Sales, San Pío X y tantos otros; y ese amor de Jesucristo nos hace sacrificar el afán y curiosidad de las cosas de fuera, y nos da la ciencia de la intimidad del alma humana juntamente con la ciencia de Dios, y es por ese sacrificio que tales dones nos alcanza por lo que podemos fructificar en las almas, y tal verdad queda bien confirmada con el ejemplo de tantos santos que tuvieron decisiva influencia entre sus semejantes, precisamente porque pusieron su atención sólo en Dios. Yo quisiera que su velo negro, su medalla insignia, su crucifijo de los Votos, le hablasen constantemente de esto: VIDA ESPIRITUAL INTENSA.
Religiosas así necesita la Compañía; así la quiere Dios, así la quiere la Santísima Virgen y así la quiere N. P. S. Ignacio. Y para que así sea, cuente con mis oraciones. Pida V. para mí y para todas las de la Compañía la misma gracia. Suya en Jesús y María.

María Félix, C.S.

(Archivo General de la Compañía del Salvador – E 43,124)

Las universitarias: mucha ocupación y una doble inquietud

La Superiora del Colegio Mayor Universitario de Barcelona planteaba a la Madre la conveniencia de unas reformas, para hacer más atractiva la residencia para las residentes y las jóvenes de la Congregación Mariana. La Madre Félix contesta a su carta dando en el centro de la cuestión: la verdadera inquietud del corazón de las jóvenes.

JHS
Madrid, 7 – 10 – 1953
Pax Xti.

Muy amada Madre:

En los primeros tiempos de la Residencia y de la Congregación de Universitarias se pensó que algunas “atracciones” como el tenis y otros entretenimientos, aumentaría el número de Congregantes y, en consecuencia, arreglamos el campo de tenis. Pues bien, apenas pelotearon algunas residentes y con muy poco entusiasmo. Pensamos que, como era poco el número de jugadoras que pueden intervenir a la vez en ese juego, sería mejor instalar el baloncesto y lo hicimos, y nos dio el mismo resultado.
Es que las universitarias son muchachas que tienen mucha ocupación y simultáneamente dos inquietudes: una intelectual sobre la VERDAD, que es Dios, y no saben que es inquietud de Él; y otra afectiva, sobre el destino que van a dar a su corazón.
Si les da una buena biblioteca, clases y maestras llenarán una necesidad de ellas, les ayudará a cumplir con su obligación y aceptarán su ofrecimiento tanto más cuanto más eficiente sea lo que les proporcione. Así mismo aceptarán, haciéndolo compatible con sus ocupaciones, unas conferencias, unos cursillos que les ayuden a descubrir la VERDAD que les inquieta. Y como la mayoría, gracias a Dios, ya poseen destellos de esa Verdad, aceptarán con gusto también todo acto que suponga una adoración y un vasallaje a Dios Nuestro Señor.
También acudirán a aquello que de alguna manera apague su sed afectiva y aceptarán visitas a hospitales, a asilos, etc. con tal que no les prive del estudio, porque eso tiene lo que es de Dios, que por sí sólo se jerarquiza, y primero es la obligación.
Lo demás, esas “atracciones”, no llenan una necesidad de ellas, a no ser que ponga el elemento masculino, en cuyo caso acudirán sin duda alguna empujadas fuertemente por su inquietud afectiva, y, como a veces en este asunto pone su parte el diablo, trastornará los términos y no será precisamente la obligación el primero que establezcan en la jerarquía. Ahora bien, si Vds. viesen tan claro el éxito con la instalación de esas atracciones, no encontrarán oposición alguna por mi parte. Si no lo ven seguro, pero muy probable, podrían empezar aprovechando lo que tienen o aquello que suponga poco gasto. En fin, a su buen juicio y discreción lo dejo.
De todos modos cualquiera que sea la solución que elijan, no pierdan de vista que la conversación particular mostrando -y sintiendo- interés por sus problemas y por sus cosas y mostrándoles amor y deseo de su bien es el mayor atractivo para la gente joven y es lo que en verdad necesitan. La oración, que hace milagros; la abnegación; la edificación del ejemplo, son también atracciones infalibles. Y juntamente con estos elementos sobrenaturales, pongamos los naturales y aquí caben los cursillos, las obras de celo y caridad y cuantos medios crean eficaces.
No dejen morir la Congregación. No debe morir teniendo de 30 a 40 residentes en casa. ¿Han pensado lo que representa 30 ó 40 jóvenes en su casa una porción de horas al día? Es un campo en donde pueden cosechar muchos frutos de la mayor gloria de Dios. Enciendan en ellas, aunque sólo lo logren en 2 ó 3, y ellas encenderán a sus compañeras de Universidad. Denles objetivos claros, determinados, sólidos y conforme a sus necesidades de juventud y verán cómo la gracia de Dios ayuda con esa contribución de carácter humano, bendecirá sus esfuerzos y su sacrificio; porque, eso sí, habrá esfuerzo y sacrificio y amarguras y humillaciones si ha de granar el fruto que deseamos.
No dejen perder la Congregación Mariana. Esta Congregación no será nunca de cantidad: ha de ser congregación de calidad. Pongan esta idea en las congregantes. Calidad por la clase de congregantes bajo el punto de vista intelectual y, quiera Dios y a esto hemos de tender, que sea también calidad bajo el punto de vista espiritual, porque sean selectas de alma. Y por hoy nada más. Creo que contesto a su carta. Pida por mí. Suya en Jesús y María.

María Félix, C.S.

(Archivo General de la Compañía del Salvador – E 30,074)